Encontró una casita de montaña con un gran jardín. No había timbre, así que llamó a la puerta. Viendo que no contestaba nadie, entró. Echó un vistazo a la estancia, se dió cuenta que todo estaba en perfecto orden, y una escalera de caracol desentonamente ciertamente con todo lo demás. Subió por ella muy despacio, llegando a una vieja puerta de madera. Cuando entró y vió una enorme biblioteca no lo podía creer. Era la más extraordinaria colección de libros que había visto en toda su vida. ¡Era inmensa! Fue caminando entre las estanterías hasta un balcón que daba al jardín que había visto antes. Había una pequeña sillita donde se sentó a admirar tanta belleza. Era como si el tiempo se hubiera detenido y no era consciente de él. Estaba como dormida. De repente despertó, atravesó la enorme sala, bajó las escaleras y salió de aquella casa mágica. Se encaminó hasta perderse por el sendero de hojas.
